El hombre no camina solo : animales en el cuento ancashino / Selección a cargo de Eber Zorrilla Lizardo.
Tipo de material:
- 21 ed. 869.531 003 / Z87 / 2013
Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura topográfica | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | Reserva de ítems | |
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Libros Ancashinos | Biblioteca Waras | 869.531 003 / Z87 / 2013 (Navegar estantería(Abre debajo)) | 1 | Disponible | W0125 |
Reseña
Al interior de la antología ofrecida por Zorrilla, podemos distinguir algunas constantes, que nos permiten agrupar los relatos antologados. Una primera división 1) agrupa cuentos que apuestan por incluir animales que podrían considerarse míticos. “La batalla” de Carlos Eduardo Zavaleta, parte de un evento cultural existente en las serranías de Ancash, la fiesta del Cóndor Rachi. A través de esta festividad, donde un cóndor es colgado para probar la “valentía” de los poblanos, asistimos al final mundano de este mítico animal, que se convierte en medio para que los poderosos del pueblo demuestren su “bravura”. La pluma de Zavaleta nos permite asistir a un evento donde lo único que se manifiesta es la insignificancia de estos seres humanos, quienes se regodean en su propia crapulencia. Esta visión desacralizada se contrapone a la perspectiva enteramente mítica del cuento “El enviado del dios Pachacámac” de Macedonio Villafán. Aquí, un enorme can, enviado de dicho dios preincaico, ha de socorrer, ha de velar por los hijos del Ande en los arenales de Lima, cual imagen persistente del pensamiento andino. Se suma a esta grupo el cuento “Toro Moreno y Tumbacerro” de Edgar Norabuena Figueroa, que incide en la relación entre hombre y animal -una relación que hace extensivo el binomio hombre naturaleza-, al interior de un relato con marcas de tradición oral. 2) Un segundo conjunto al interior de nuestra segmentación reúne aquellos relatos que poseen un marcado referente urbano. Pensamos en “Lobosucio” de Teofilo Villacorta Cahuide. Con una fuerte deuda con el neorrealismo urbano, nos presenta, en dos planos, la sensibilidad de un pobre perro, en directa relación con el acontecer de un niño. El recorrido del pobre animal nos permite asistir a la miseria que abarrota un puerto del litoral. Una tercera línea 3) incluye relatos que abordan el tema de los animales desde una perspectiva que podemos considerar fantástica. Ricardo Ayllón en “La enemiga”, con una clara reminiscencia cortazariana, relata los estragos que causa la presencia de una indómita bestia en el ánima del narrador, llevándolo a afrontar un enfrentamiento que considera final. Un encuentro final entre humano y bestia. “La mosca” de Ítalo Morales, comparte esta dinámica. En este caso, el enfrentamiento con una mosca, llevará, incluso, al protagonista a plantearse una última batalla, autodestructiva. En ambos cuentos, el enfrentamiento canaliza la el temor y/o la paranoia de los protagonistas que exteriorizan, en estos enfrentamientos, no solo sus fobias sino sus más íntimos fantasmas. 4) Un cuarto tipo de relato, incluye la microficción. En “La pulga” de Daniel Gonzales Rosales asistimos a la narración del relato desde la voz de la misma pulga. Con una gran dosis de humor, nos enteramos de los devaneos o cavilaciones de aquel parásito.[Jorge Terán Morveli].
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